JURÍDICO LATAM
Doctrina
Título:Investigación criminológica de un femicidio
Autor:Santarossa, Johana V.
País:
Argentina
Publicación:Revista Jurídica Región Cuyo - Argentina - Número 11 - Noviembre 2021
Fecha:11-11-2021 Cita:IJ-II-LXXV-337
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I. Introducción
II. Criminología
III. Funciones de la Criminología
IV. Métodos de la Criminología
V. Concepto de violencia de género
VI. Categorías de análisis de los femicidios
VII. Homicidios en los vínculos
VIII. Conclusión

Investigación criminológica de un femicidio

Por Johana V. Santarossa

I. Introducción [arriba] 

Comprendiendo que la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes en Argentina constituye actualmente un problema de salud pública debido a la magnitud y gravedad de las consecuencias personales y sociales que se derivan de la misma, es que surge la necesidad de realizar un análisis científico de la escena del hecho, como también la vida del agresor y la víctima, en donde se puedan contemplar las circunstancias contextuales del delito: permite conocer las causas del femicidio (motivaciones); las medidas a tomar con el agresor durante el proceso penal y al momento de la sentencia.

Cuando evaluamos las disímiles misiones y tareas de las ciencias penales y criminológicas, y leemos o presenciamos la situación y el panorama respecto a la viabilidad de un criminólogo dentro del ámbito penal en el análisis de los femicidios, encontramos diferentes dificultades para ello: 1) desconocimiento de la criminología por parte de los funcionarios encargados de solicitar las pruebas; 2) la incorporación de una gran cantidad de personal para investigar dichos casos, lo cual significaría un aporte económico significativo del Estado y en la actual crisis económica en la que se ve envuelta Argentina, sería un ideal utópico; 3) la ausencia de un método único que sustente la formalización de un investigador criminológico.

Solo podrá obtenerse una reducción de las violencias contra las mujeres, niñas y adolescentes, si se modifica el complejo de factores criminógenos presentes en el propio sistema social o se produce un cambio en el marco socio-cultural. En este sentido entonces, resulta de sumo valor la investigación e interpretación criminológica de este tipo de delitos.

Un equipo de profesionales especializados en criminología es de sumo valor dentro de la investigación penal de los femicidios, para la obtención de pruebas científicas.

El análisis criminológico de “UN” femicidio viene a develar la necesidad del análisis científico del caso por caso, intentando romper con lo que han denominado: “caer en el sentido común”, en lo “obvio”, ya que todas las personas percibimos e interpretamos la realidad de diferente manera, no hay un común para todos y todas.

Justamente, aquellas pruebas que resultan desapercibidas son luego sustanciales en el proceso penal y con posterioridad se desea que las personas que integran un jurado, en un juicio, comprendan el hecho sin el estudio científico probatorio.

II. Criminología [arriba] 

Sutherland definió la Criminología como el cuerpo de conocimientos relativos a la delincuencia en cuanto fenómeno social, lo que incluiría el análisis del proceso de creación de las leyes, de su quebrantamiento, y, también, de las reacciones sociales que siguen a las infracciones (Sutherland, Cressey y Luckenbill, 1992). Como derivación de ello, serían objetos de interés criminológico, los delitos, los delincuentes, las víctimas y los sistemas de control social, que constituirían así sus principales áreas de estudio.

La criminología ha de transformar en información o núcleos de conocimientos los datos recogidos a través de la observación, obteniendo un saber sistemático, generalizador y ordenado, aportando datos que son interpretados en una teoría o marco general de referencia.

El análisis científico del crimen, en cuanto a conducta individual y fenómeno social, requiere una metodología de trabajo multidisciplinario, permitiendo coordinar los saberes aportados en los diferentes campos de estudio, en el intento de eliminar contradicciones y lagunas.

Vemos así entonces, que el objeto de la criminología es el estudio de sus cuatro ejes, concibiendo el delito como el producto resultante de las interacciones que pueden surgir entre una persona dispuesta a realizarlo, una víctima u objeto atractivos o interesantes para la infracción, y un control social, ya sea “formal” o “informal”, insuficiente (Garrido y Redondo, 2013).

Numerosos estudios han analizado la influencia que sobre los delincuentes y su comportamiento tienen los factores biológicos, de personalidad, familiares, educativos, sociales económicos, culturales, situacionales, etc. Pese a todo, muchos de los resultados y conclusiones obtenidos acerca de los delincuentes hacen referencia fundamentalmente a las características propias de las muestras evaluadas, que muy a menudo han sido muestras de encarcelados, o, en todo caso, de delincuentes detectados, pero no, como es lógico, a la idiosincrasia de la delincuencia y los delincuentes desconocidos. Este aspecto debe tenerse muy presente a la hora de extraer conclusiones generales sobre los delincuentes y los delitos, para no identificar de manera absoluta lo que conocemos fehacientemente acerca de los delincuentes detenidos y condenados (contra la propiedad, traficantes de drogas, abusadores y agresores sexuales, maltratadores, etc.) con la globalidad de las realidades criminales, que pueden ser mucho más amplias y desconocidas (Garrido y Redondo, 2013).

Actualmente se desarrollan muchos estudios criminológicos cuyo objetivo es conocer los efectos que produce el delito en las víctimas, las consecuencias que tiene para ellas su trasiego a través del proceso penal, aquellas características y factores de las propias víctimas que pueden ayudar a la prevención de los delitos, etc. (Garrido y Redondo, 2013).

Con respecto al sistema penal, la víctima es un pilar básico: es ella la que activa el sistema de justicia mediante su denuncia y testificación. De no ser así, muchos delitos no serían conocidos por la justicia, o el trabajo de la policía sería mucho más arduo e ineficaz, como ocurre cuando se investigan los llamados delitos “sin víctimas”.

La victimología contempla un gran abanico de temáticas vinculadas con el resto de la Criminología por la relación lógica que existe entre los problemas estudiados. Sería absurdo proponer medidas contra el acoso sexual sin investigar previamente las motivaciones de los varones que efectúan estas conductas, o diseñar alarmas anti-robo sin tomar en cuenta los métodos preferidos por los ladrones para entrar en una casa. Así como no es eficaz el estudio aislado de los delincuentes, sin tomar en cuenta a las víctimas, el estudio de la víctima y de su situación, aislado de los demás componentes de la realidad criminal, no parece tampoco muy adecuado y eficiente (Garrido y Redondo, 2013).

Garrido Genoves y Redondo (2013), explayan la diferencia entre control social formal e informal.

Control social formal es el que ejercen aquellas instituciones y personas que tienen encomendada la vigilancia, la seguridad o el control como actividades profesionales. Por tanto, en esta categoría se incluirían las empresas de vigilancia, y las instituciones y estamentos policiales, judiciales, fiscales, de justicia juvenil, y penitenciarios.

Por su lado, el control social informal es el realizado por cualquier organización o persona, que también actúan contra la delincuencia (disuadiéndola, previniéndola o controlándola), pero sin que el control del delito sea su actividad profesional específica. Ellos pueden impedir en ciertos momentos y circunstancias que se realicen determinados actos delictivos.

Los controles formales están generalmente delimitados por la ley, que especifica los mecanismos que se pueden utilizar para investigar y clarificar los hechos delictivos, y las sanciones o medidas que se pueden aplicar a los delincuentes. El control informal también está parcialmente acotado por la ley, en la medida en que los insultos, la discriminación social o los actos de “autojusticia” suelen hallarse prohibidos. Sin embargo, el control social sutil y diario encuentra muchas menos restricciones formales.

III. Funciones de la Criminología [arriba] 

Conocimiento científico del fenómeno criminal: Su metodología permite coordinar los conocimientos obtenidos en los distintos campos del saber por diversos especialistas. Ofrece un diagnostico cualificado y del conjunto del hecho criminal más fiable.

Criminología como central de información: una información completa permite tomar decisiones más racionales y suministra un bagaje emperico y un instrumental valioso. La obtención de datos no es un fin sino un medio, ya que son un material neutro y bruto que debe ser interpretado con arreglo a una teoría para poder llegar a extraer alguna conclusión.

La criminología, ciencia práctica: es una ciencia práctica ya que puede ofrecer criterios y pautas para la solución de problemas concretos.

La lucha contra la criminalidad: facilita un núcleo de conocimientos empíricos que posibiliten el control y la prevención del delito.

La criminología como factor de legitimización o instancia critica del orden social: el criminólogo como científico tiene la obligación de buscar la verdad, reservándose la posibilidad de criticar lo que sea necesario criticar, no debe ser un mero testigo de la realidad, pero tampoco debe dedicarse a la crítica por sistema.

La recepción de los conocimientos criminológicos en el proceso penal: la criminología puede aportar al ámbito penal información sobre el delito, el delincuente, la víctima y el control social. Esta información puede incorporarse al proceso penal tomando la forma de un dictamen criminológico.

IV. Métodos de la Criminología [arriba] 

La criminología como ciencia, debe usar el método científico. Las técnicas metodológicas que se utilizan se pueden dividir en dos tipos distintos: métodos sociológicos y métodos antropológicos:

Métodos sociológicos: encuesta, análisis de casos particulares, micro sociología, estadística.

Métodos antropológicos: somática o biológica, psicológica.        

Garrido Genoves en su libro Principios de la Criminología (2013) explaya los siguientes métodos:

Encuestas y cuestionarios: para obtener información válida y fiable a través de estos métodos deben seleccionarse adecuadamente sus características más idóneas según el objeto de estudio; algunas posibilidades son: - La forma de administración: encuesta mediante entrevista directa, envío por correo electrónico o postal, encuesta telefónica; - Método de pregunta/respuesta: cerradas; categorizadas; semi-abiertas. Estas opciones pueden tener sus desventajas como por ejemplo obtener una muestra sesgada, lo que plantea hasta qué punto son efectivas estas estrategias.

En la actualidad existen múltiples instrumentos de autoinforme, cuestionarios, inventarios y escalas para la evaluación de conductas y problemas relacionados con el comportamiento delictivo. La mayoría de estos instrumentos procede del ámbito anglosajón y, en general, las escalas no están convenientemente adaptadas y normalizadas para nuestros propios contextos y poblaciones (pág. 156).

Entrevistas: es un proceso de comunicación verbal, en el que participan al menos un entrevistador y un entrevistado, por medio del cual se recoge información con una finalidad específica. Permite obtener información procedente de los individuos que son el objeto de determinado análisis de sus familiares u otros posibles informantes, respecto de sus comportamientos infractores o antisociales, sus actividades cotidianas y modos de vida, su historia personal, sus pensamientos, actitudes, emociones, etc. El grado de estructuración de las entrevistas es variable, y en el desarrollo de las mismas suele incluirse la aplicación de otros instrumentos de evaluación como cuestionarios, registros de auto-observación, escalas de riesgo, etc. En el intento de evitar sesgos.

Entre las principales ventajas de la entrevista están el que facilita la interacción personal y la observación directa de la conducta de los entrevistados, su mayor flexibilidad, y la amplitud de información que permite obtener; entre sus limitaciones, el mayor tiempo requerido y la posible aparición de sesgos (pág. 162).

Tipos de entrevistas

Clínica: usada en ámbitos de salud; la persona trata con una persona del área cuestiones que afecten su salud y bienestar, incluso su intimidad. Recíprocamente, el experto puede explorar más a fondo los problemas del paciente y aplicar el tratamiento adecuado. Este tipo de entrevista suele estar sometida al secreto profesional. Una variante de ésta es la entrevista pericial en la que un psicólogo, psiquiatra o médico forense, como resultado de una petición judicial u otra, evalúa al sujeto que cursa un procedimiento judicial (presunto agresor, víctima, etc.).

Profunda: se intenta obtener la mayor información posible sobre el caso o casos analizados. Su objetivo principal es recoger las narraciones que realiza el sujeto para poder elaborar su historia de vida, lo cual suele requerir varias sesiones.

Focal o centrada: el investigador dirige su atención hacia un problema o tema específico, evaluando a una o varias personas que cuentan con una experiencia relevante en el mismo.

Entrevistas de investigación: hace referencia aquí al uso de la entrevista como estrategia para obtener información sobre un tema de interés que, sin embargo, resulta bastante oculto o poco accesible. Un dato o una persona nos llevan a otras fuentes, que nos aportarán nueva información, que nos llevará a otros informadores, y así sucesivamente.

Entrevista en grupos: El entrevistador plantea algún tema o pregunta y escucha la discusión posterior en el seno del grupo, de la que recogerá los aspectos más relevantes. No obstante, en algunas temáticas delicadas, la entrevista grupal resultará inadecuada, debido a que el grupo podría sesgar, distorsionar o inhibir las propias respuestas de los individuos (pág. 164).

Observación: Aunque, por definición, observar determinada realidad debería implicar la visión y registro directos de la misma, también existen métodos de observación indirectos, basados en datos documentales, recogidos con antelación (pág. 165).

- Observación documental: Existe gran cantidad de datos sobre la delincuencia y la justicia que son registrados y acumulados, en estadísticas oficiales, sentencias, memorias oficiales, expedientes y dossiers policiales, informes de seguimiento de casos, reportajes periodísticos, etc. Un modo posible de efectuar una investigación es mediante una observación documental de muestras de tales datos (pág. 165).

- Observación directa: implica que el observador se desplace al contexto en el que habitualmente se produce determinada conducta o situación (peleas en un aula, consumo de drogas en un colegio, hurtos en un punto de la ciudad, robos en comercios, etc.), para examinarla y acotarla de manera precisa. Para ello suele confeccionarse un registro formal, que incluye los comportamientos o eventos que se estudiarán, el modo de medirlos y anotarlos, y los periodos de observación (pág. 166).

- Observación experimental: incluye un grupo de control, o grupo de características similares a aquél que recibe tratamiento, pero que no lo ha recibido. Un experimento trata de reproducir, de modo artificial, algunas de las condiciones naturales que pueden llevar a la criminalidad (pág. 168).

- Observación participante: es un método esencialmente cualitativo. La observación participante es un método adecuado para abordar temas difíciles, contextualizar las observaciones y acercarse a realidades que resultan ajenas para el observador. Su principal inconveniente es que puede plantear problemas de validez y fiabilidad de los datos, de representatividad y objetividad de las observaciones (pág. 170).

Action Research: Se desarrolla una “investigación en la acción” cuando alguien es responsable de gestionar determinada actividad o institución, pero a la vez desea evaluar qué sucede a lo largo del proceso de funcionamiento. Resulta muy útil para analizar la actividad de la policía, los juzgados, las cárceles, o determinados fenómenos sociales o criminales (pág. 171).

Investigación criminalística: Los procedimientos criminalísticos se basan generalmente en métodos y resultados tanto de las ciencias naturales como sociales. La criminalística recoge y combina conocimientos de éstas y otras disciplinas para sus aplicaciones en la investigación de los delitos. Dentro de la propia criminalística, también se han desarrollado métodos nuevos, como la dactiloscopia y la balística. Puede ser considerada una “técnica” dentro la criminología debido a que su finalidad es la aclaración de sucesos delictivos específicos, contribuyendo, a partir de sus observaciones, a la tarea más amplia y general de la ciencia criminológica (pág. 173).

V. Concepto de violencia de género [arriba] 

 “Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes” (Ley N° 26.485).

V.1. Delito

Para la Ley penal solo se consideran delitos las conductas tipificadas como tales, la concepción jurídica del delito analiza acciones específicas realizadas en un momento dado. Estas acciones son confrontadas con un tipo delictivo, legalmente previsto, para comprobar si la conducta encaja con la norma penal, si el comportamiento es o no un delito. Por otro lado, si bien la criminología parte del concepto jurídico-penal, se encuentra interesada en el fenómeno delictivo en tu totalidad real, busca obtener una imagen global del hecho. Garrido Genoves (2013, pág. 57).

Gottfredson y Hirschi (1990) definieron el delito desde una concepción clásica: la conducta criminal orientada al logro de beneficios, “la utilización de engaño o fuerza para conseguir un objetivo”. Por su parte, Felson (2006) propone que la gran variabilidad conductual y contextual que presentan los delitos ha dificultado su definición adecuada, forzando a los autores a elegir entre definiciones específicas para determinado contexto, o definiciones más amplias que trascenderían la propia conducta delictiva. Su definición de delito dice: “Un delito es cualquier conducta identificable que un número apreciable de gobiernos ha prohibido específicamente y ha castigado formalmente” (Felson, 2006, pág. 35).

Respecto a esta variabilidad que menciona Felson, según sea la influencia que ejerzan los distintos grupos de presión sobre los poderes públicos que promueven o dictaminan normas (gobiernos, por ejemplo), el código penal acabará recogiendo ciertos comportamientos como delitos. En esta línea, podemos decir que, aunque la violencia contra las mujeres existe desde tiempos inmemoriales, fue la lucha feminista la que logró un cambio en las políticas públicas.

“No hay delito sin base legal”, se pueden diferenciar las tendencias en los cambios del concepto de delito, según amplíen el ámbito de la punibilidad o la restrinjan (Genoves 2013, pág. 58).

En Argentina, La Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, se promulgó en abril del 2009. En el año 2017 se creó un protocolo de actuación en caso de violencia domestica contra las mujeres y el mismo año, en Mendoza, comenzó el Equipo Profesional Interdisciplinario en las Unidades Fiscales Especializadas realizando las valoraciones de riesgo. El protocolo para la investigación y litigio de casos de muertes violentas de mujeres (femicidios) se promulgó en el año 2018.

La Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres se promulgo en abril del 2009 en Argentina.

La Ley N° 26.485 en el art. 5 establece los tipos de violencia:

“1.- Física: La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato agresión que afecte su integridad física.

2.- Psicológica: La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación.

3.- Sexual: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.

4.- Económica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de la mujer, a través de:

a) La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes;

b) La pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales;

c) La limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los medios indispensables para vivir una vida digna;

d) La limitación o control de sus ingresos, así como la percepción de un salario menor por igual tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo.

5.- Simbólica: La que, a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.”

V.2. Delincuente/agresor

La criminología tradicional se ocupó de la tipología de los delincuentes: había una hipótesis muy sólida de que los criminales se distinguen de los que no lo son por las características de personalidad. Actualmente existe una gran coincidencia en criterio de que características y alteraciones estructurales de la personalidad aparecen también entre los criminales, pero en ningún caso permite establecer un nexo, capaz de ser generalizado, con la causación de la criminalidad.

Algunos autores de la Criminología tradicional en donde se clasificaba los delitos y delincuentes según tipologías fueron Lombroso; Enrique Ferri; Rafael Garofalo; Franz Von Liszt; Mezger; Pinatel; Seelig; entre otros.

Goppinger en 1975 estudió la esfera social del delincuente y el proceso de socialización. La socialización seria la integración del hombre en el grupo. La culturización significa la apropiación y la internalización de vivencias, normas y criterios de grupo, y la personalización es la configuración y desarrollo individuales, es el paso siguiente como autoafirmación y autodirección de las propias estructuras pulsionales y como influencia inversa del individuo sobre los factores de la sociedad y la cultura.

Goppinger plantea que la esfera social del delincuente solo puede ser examinada mediante una división de esferas parciales: La esfera de la familia de procedencia del examinado, los ámbitos de rendimiento: colegios, formación y profesión; el ámbito de tiempo libre; la familia de procreación.

Los factores de riesgos que se han asociado a los agresores de mujeres, por ejemplo, en la pareja, vienen derivados de:

Haber presenciado o sufrido abuso en la niñez.

Antecedentes de violencia transgeneracional en la familia de ambos.

Actitudes en favor de la justificación de actos violentos, que se justifican desde la posesividad y el control que el hombre maltratador ejerce sobre la mujer, sintiéndose su “propietario”; por actos de “desobediencia” de la mujer según las creencias sexistas del hombre.

Inestabilidad emocional, que implica un déficit en el control de las emociones, baja tolerancia a la frustración con reacciones incontroladas y desproporcionadas a los estímulos, e inseguridad.

Impulsividad y agresividad, se entiende como una disposición afectiva y conductual suspicaz y afectable por los sentimientos por parte del maltratador, quien además sería sensible y dependiente a la relación de pareja.

Tiende a interpretar los hechos en su perjuicio, e incluso existiría una tendencia a la celotipia y a la paranoia.

Alta conflictividad consigo mismo, un alto nivel de ansiedad, que produce al sujeto un intenso malestar psíquico, sobreexcitación y posibilidad de reacciones explosivas.

Apego temeroso/ambivalente y apego ansioso.

Dificultad de mantener alejada a su pareja, dificultad de contacto, celotipia.

Sujetos ansiosos o temerosos frente a la eventualidad de perder a su pareja, o ser abandonados

Factores cognitivos; distorsiones cognitivas ligadas a la creencia sobre la dominación.

Factores de contexto; consumo problemático de sustancias y/o drogas; presencia de trastornos psiquiátricos; antecedentes delictuales.

V.3. Víctima

La Real Academia Española define víctima como la “persona que padece daño o ha muerto por causa ajena o fortuita”.

Garrido Genovés, en su libro Principios de la Criminología, habla sobre la importancia del análisis desde la Victimología, poniendo de manifiesto que sería simplista solo contemplar los efectos que produce el delito en las víctimas. Es relevante la función de las víctimas en el orden social para lograr, a través de su estudio, la prevención de estos; no obstante, la Criminología supone un enfoque global sobre el delito, la víctima, el delincuente y el control social que como podrán ver es lo que en este proyecto planteo (pág. 75).

Cuando se realiza una análisis Victimológico, como en una pericia psicológica, en un principio el perito debe saber si la víctima conocía al agresor, si mantuvo un vínculo por ejemplo de pareja en los casos de violencia doméstica o en el caso que se investigue un abuso sexual, si el delincuente es parte de la familia o un hombre que desconocía por completo, ya que este será de suma importancia para saber, entre otras cosas, cuántas posibilidades existen de que las víctimas vuelvan a sufrir en manos del agresor.

Los riesgos asociados de las mujeres víctimas de violencia en la pareja son:

Alto grado de dependencia económica, social y afectiva con el agresor.

Condición de emigrantes.

Pertenencia a minorías étnicas.

Discapacidad física o psicológica.

Antecedentes de lesiones físicas leves presentes o anteriores.

Retiro de denuncias previas y reconciliaciones.

Estado de embarazo.

Discrepancia entre riesgo percibido por la víctima y opinión técnica.

Falta o ausencia de red de apoyo social y familiar.

Justificación, minimización, negación y naturalización de la violencia.

Esther Pineda en su artículo cita a Diana Russell quien utilizó por primera vez en 1976 el termino femicide (femicidio). En 1990 junto a Jane Caputi definió el femicidio como “el asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres”.

El surgimiento de la noción de femicidio se da en un contexto de marcados avances en relación a los Derechos Humanos, los que tienen un marcado énfasis en Latinoamérica. Justamente, durante la primera mitad de la década de los años noventa, se reconocen diversos instrumentos internacionales de la violencia contra las mujeres como una grave violación de sus derechos humanos. En el contexto interamericano, este reconocimiento se transforma en normativa internacional vinculante, a través de la adopción de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres o Convención de Belém do Pará.

La legislación nacional actual de Argentina lo denomina homicidio agravado en donde se cumplen penas en ocasiones de cadena perpetua.

En Argentina, La Suprema Corte de Justicia en el año 2019, arrojó datos estadísticos sobre los homicidios de mujeres. La cantidad de femicidios ocurridos en este país desde el 01 de enero del 2019 al 31 de diciembre del 2019 es de 268 víctimas. El 90 % de las víctimas conocían al agresor. 26 eran niñas y adolescentes. La tasa de femicidios en Mendoza es de 0,70.

Pineda y otros exponen una discusión interesante:

“Como bien expone González (2014), en varios de estos países cuando se realizó la aprobación o promulgación de la tipificación del femicidio/feminicidio, concurría algún proceso político-electoral; estos hallazgos sugieren una posible correlación entre el uso político del tema y la aprobación de aquellas reformas con miras a la obtención de réditos políticos entre la ciudadanía, pues se cree que siendo más duros contra los delincuentes se tendrán beneficios políticos. Es decir, en muchos casos esta tipificación se realiza sin que haya un convencimiento por parte del Estado de la gravedad de esta problemática, sin que exista un interés real por transformar esta situación, por salvaguardar la vida de las mujeres, y que, en definitiva, solo buscan calmar la opinión pública con respecto a esta problemática a través de la creación de una falsa percepción de gestión institucional.”

Actualmente hay una gran discusión sobre las políticas de Estado para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, tomado por algunos sectores como escaso y en otros como excesivo. La realidad es que, a pesar de sanciones más estrictas por parte del Estado, la violencia contra las mujeres permanece en una estadística altamente estable por lo que es necesario analizar dicho fenómeno en su totalidad.

VI. Categorías de análisis de los femicidios [arriba] 

Para cualificar las categorías de análisis de los homicidios de mujeres tomaré bibliografía aportada por Ramos de Mello en su tesis doctoral. El análisis desde la Criminología de los homicidios de las mujeres es relevante no solo para el proceso penal sino también para diferenciar los contextos en los que acaeció el delito.

Ramos de Mello en su Tesis Doctoral utiliza los términos acuñados por Carcedo y Sagot (2000: 14) los cuales crearon una tipología para definir los crimines de femicidio.

VI.1. Femicidio íntimo

Se refiere a aquellos homicidios cometidos por hombres con quienes la víctima tenía o tuvo una relación íntima, familiar, de convivencias o afines a estas. En esta categoría se incluyó los delitos cometidos por parejas sexuales u hombres que han tenido otras relaciones interpersonales que siguieron a una larga historia de agresiones y amenazas, como esposos, parejas, novios, ya sea relaciones actuales o pasadas.

VI.2. Femicidio no íntimo

Delitos cometidos por hombres con quienes la víctima no tenía relaciones íntimas, familiares, de convivencia o afines a estas, pero con los cuales existía una relación de confianza, de jerarquía o amistad. Son las muertes que se perpetran por amigos, familiares, trabajadores de la salud o compañeros de trabajo quienes valiéndose de la confianza dan muerte a las mujeres. Los delitos que se clasifican en este grupo se pueden dividir en dos subgrupos, según se haya producido la práctica de violencia sexual o no.

VI.3. Femicidios por conexión

Las mujeres que fueron asesinadas por estaban en la “línea de fuego” de un hombre que trataba de matar a otra mujer. En tales casos el vínculo entre el agresor y la víctima no tiene relevancia, este es el caso de mujeres parientes, niñas u otras mujeres que trataron de intervenir o que simplemente fueron atrapadas en la acción del agresor.

VII. Homicidios en los vínculos [arriba] 

Como mencioné anteriormente las estadísticas de las muertes de mujeres en Argentina han sido perpetradas por hombres con quienes la víctima había mantenido un vínculo de pareja, ex pareja, amigos y/o padres.

Alba Company y Ángel Miguel Soria (2015) presentaron un artículo en el que explayan las características de la escena del crimen en los homicidios en la pareja.

Estos autores proponen que analizar las conductas llevadas a cabo por el agresor y la víctima durante el acto homicida aporta información relevante sobre su desarrollo y los condicionantes de la interacción entre ambos. En su estudio analizan la escena del crimen, clasificando la violencia ejercida en expresiva e instrumental. Estos dos tipos de violencia tienen significados distintos para el agresor, por lo tanto, cumplen diferentes objetivos. La expresiva, producto de una descarga emocional, busca satisfacer necesidades afectivas; la violencia instrumental es más racional y tiene un objetivo ulterior a la violencia ejecutada.

La violencia expresiva responde a condiciones precipitadas por componentes emocionales, la conducta en la escena del crimen es llevada a cabo sin premeditación debido a la carencia de control de impulsos. La violencia se sustenta en una frustración ambiental que, sumada a estresores psicosociales que afectan a la persona e implican una elevada actividad fisiológica, conducen al homicidio. Al tratarse de acciones espontáneas no existe racionalidad en el costo/beneficio del crimen, por lo que es difícil desincentivar la conducta mediante una sanción legal. También se ha observado que cuanto mayor es la expresividad en la escena del crimen, más se intensifican los comportamientos asociados con heridas faciales y su número.

La violencia instrumental es planificada y calculada. Surge del deseo de poseer el estatus o propiedades de la víctima. La amenaza de una sanción legal podría ser suficiente para disuadir al agresor debido a la implicancia emocional y a la mayor probabilidad de controlar la conducta. El perfil del agresor instrumental está relacionado con la esfera cognitiva en la escena del crimen, tiene conciencia forense, es decir, lleva a cabo conductas que lleven a evitar el descubrimiento del crimen y/o su autoría, intenta maximizar el beneficio propio y minimizar el riesgo de detención, suelen tener historial de desempleo y antecedentes penales, esencialmente delitos sexuales y robos.

En los homicidios en la pareja, la cercanía emocional entre los miembros conlleva un riesgo de violencia superior si se compara con otro tipo de relación familiar. La violencia en este ámbito tiende a incrementarse en función de la duración y seriedad de la relación sostenida, generando una forma de homicidio única debido a la génesis del mismo y al apego emocional entre la víctima y el agresor.

Los homicidios en la pareja se caracterizan mayoritariamente por tener una sola víctima, ser impulsivos y situacionales, cometerse por parte de personas que reaccionan agresivamente a determinados estímulos (p. ej., amenaza), no haber planificación y formar parte de reacciones emocionales ante situaciones adversas o conflictos derivados de la interacción interpersonal con la víctima. Por ello, las emociones serían el componente inicial de estos homicidios.

Centrándonos en la escena del crimen, el análisis de la misma se integra conceptualmente en la técnica de perfilación criminal como uno de sus componentes básicos, además de la victimología, el modus operandi/firma y los hallazgos forenses.

Podría clasificarse el homicidio en función de los comportamientos presentes en la escena del crimen, estableciendo diferencias según su número (único o múltiple), y en función de su estructuración (organizada o desorganizada). La escena de un crimen violento debe verse no solo como el espacio físico donde ocurre el crimen, sino también como un proceso dinámico que permite conocer la interacción entre víctima y agresor y las características de personalidad de ambos.

La agrupación de las temáticas conductuales aparecidas en la escena del crimen en violencia expresiva e instrumental facilita la comprensión del tipo de personalidad del autor, su motivación y su consistencia comportamental, al existir diversos crímenes, facilitando en conjunto su aprehensión.

Para el perfil criminal, el perfilador debe analizar varios elementos, entre ellos el análisis de la escena del crimen.

Utilizando los datos de la inspección policial, los informes preliminares de los investigadores y la reconstrucción de los hechos, el perfilador analiza la información relevante para la realización del perfil criminal. Debe responder a cuestiones en relación al análisis de la escena del crimen; estas serían:

Vinculación de las personas con la escena: huellas, ADN, sangre; es necesario también vincular al agresor y la víctima con la escena, considerando si tiene algún significado para alguno, si es una escena elegida u oportunista, qué relación puede tener con cada uno con ella (es el trabajo de la víctima, es un lugar que ésta frecuentaba, es completamente desconocido, geográficamente pertenece a las rutinas del agresor).

Características de la escena del crimen: se deben describir para individualizar la escena dentro de un ambiente y de un comportamiento geográfico del criminal. Debe responder preguntas como: ¿Cómo se llega a la escena del crimen? (A pie, en auto, en transporte público); ¿Cómo es de grande la escena?; ¿Quiénes frecuentan la escena, qué tipo de personas, qué actividades se realizan en ella, que nivel socioeconómico tienen sus habitantes?; ¿Es conocido por personas concretas?; ¿Puede acceder cualquiera?; ¿Qué y cuántas rutas de salida y entrada tiene esta escena?; ¿Cómo llegan a ella, agresor y víctima? La escena del crimen es parte fundamental del contacto entre víctima y agresor, por tanto, conociéndola podemos conocer, en parte, al agresor. Con el análisis geográfico de distintas escenas del crimen, junto a la correlación de determinadas características de los crímenes, sería posible establecer la zona donde puede reincidir el agresor.

Analizar método de aproximación: con los datos de la escena podemos establecer qué estrategia usó el agresor para acercarse a la víctima como ser sorpresa, engaño o súbitamente (Turvey, 2006).

Analizar método de ataque: mecanismo que usa el agresor y una vez que se aproxima, puede ser amenaza verbal, uso de fuerza con o sin arma y amenaza verbal con uso de arma.

Analizar método de control ya sea si usa la fuerza, mediante amenazas o con la presencia de armas. Los métodos de aproximación, ataque y control aportaran características concretas tanto del comportamiento como psicológicas para la realización del perfil.

Analizar actos de precaución: acciones realizadas antes, durante y después del crimen, para ocultar, confundir y despistar respecto a cómo sucedieron los hechos e impedir su identificación. En este caso, la ausencia de determinados indicios o rastros que tendrían que aparecer en la escena del crimen nos pueden indicar que el agresor la alteró. La existencia de actos de precaución, nos pueden informar (según su clase y complejidad) de determinados niveles de conocimientos en cuestiones médicas, forenses, policiales químicas, pueden además indicar un nivel de perfeccionamiento, planificación, improvisación.

Analizar posible simulación de escenas: difiere de los actos de precaución en cuanto supone una alteración mucho más compleja, planificada y global (por ejemplo, el marido que mata a su mujer y altera la escena para que parezca un robo).

El perfilador debe tener una visión de cada indicio dentro de la escena, dónde se encuentra, en qué posición, cómo se relaciona con los demás indicios, la coherencia con la construcción del suceso, etc.

Análisis de la escena del hecho; ya que la Criminología es una ciencia multidisciplinar es necesario que el análisis de la escena del hecho sea realizado por diferentes especialistas como Criminalistas, psicólogos, sociólogos a los fines de obtener una información precisa de lo acontecido.

-Contexto de la víctima y el agresor; para ello será necesario que se tomen diversas entrevistas a:

-La víctima.

-El agresor y/o delincuente. Aquí encontramos un emblemático conflicto ya que ello debe ser aceptado por la defensa.

-Familiares y amigos de la víctima y el agresor.

-Encuestas vecinales en caso de violencia doméstica, abuso sexual de menores.

-Testigos del hecho.

-Causas del delito; determinar las causas del delito sigue siendo una cuestión que genera diversos cuestionamientos por las diferentes áreas de la ciencia. Es necesaria la participación de médicos, psicólogos, psiquiatras, criminólogos a los fines de saber la razón del agresor para cometer el delito. Se han planteado diversos factores:

-Individuales: genero, edad, características biológicas, fisiológicas y/o psicológicas, educación, clase social, drogas y alcohol, abuso sexual en la infancia.

-Factores del hogar: hacinamiento, historia de violencia familiar, normas internas del hogar, roles ejercidos en el hogar, etc.

-Factores sociales y/o comunitarios: desigualdad, medios de comunicación que incitan la violencia, disponibilidad de armas, escasos controles institucionales, normas culturales (legitimidad de la violencia), pobreza, historial de violencia, desempleo, etc.

-Perfilación Criminal; es una técnica de investigación criminológica derivada del análisis que se realiza a los diferentes patrones conductuales en los agresores conocidos, para con ello definir y crear tipologías (perfilación criminal inductiva) y así auxiliar en la resolución de crímenes en los casos donde se desconoce al responsable, a partir de los indicios físicos y psicológicos encontrados en la escena del crimen (perfilación criminal deductiva).

-Evaluación forense; ayudar al tribunal a conocer, apreciar la realidad de una conducta social humana, sus motivaciones y sus consecuencias sociales (Ortuño, 1998).

-Autopsia psicológica de la víctima; la autopsia psicológica consiste en un proceso de recolección de datos de la persona fallecida que permite la reconstrucción de los rasgos más sobresalientes de la biografía de un individuo para obtener una comprensión psicológica acerca de quién era, el porqué de algunas situaciones y, en general, qué papel jugaron sus rasgos de personalidad en las circunstancias de su muerte.

-Evaluación de tratamiento psicológico/ psiquiátrico adecuado para el agresor.

-Credibilidad de los relatos.

-Víctima.

-Agresor y/o delincuente.

-Testigos.

VIII. Conclusión [arriba] 

La criminología debe trabajar por constituirse definitivamente en una ciencia auxiliar dentro del control social formal. Es necesario que la criminología adopte un punto de vista independiente al derecho penal, haciendo referencia al daño social, orientando la supresión de conductas y, por qué no, la incorporación de otras.

Es función de la criminología la lucha contra la criminalidad, afrontar asuntos que no son abordados hasta el momento por el sistema judicial en Mendoza en los casos de violencia contra las mujeres y con ello es necesario visibilizar temas como:

Las consecuencias psicológicas y físicas de los niños y niñas testigos/ víctimas de la violencia ejercida contra las mujeres en el ámbito doméstico.

El contexto de los agresores, las causas del delito, los perfiles tanto del criminal como de la víctima.

El tratamiento y la reinserción de los agresores, ¿resulta eficaz en el contexto penitenciario?

Debemos de contribuir con el discurso criminológico en el fomento de las políticas públicas. Con la principal herramienta que tiene la criminología: las investigaciones empíricas desde la intra, inter y transdisciplinariedad, es necesario influir en el fomento a las técnicas de prevención.

Propender a la investigación en los procesos penales desde la criminología para la producción de conocimiento científico del fenómeno criminal. Se precisan sondeos con una gran muestra poblacional siendo estas significativas cuantitativa y cualitativamente.

La intervención de profesionales especializados en Criminología como ciencia empírica permite: La investigación de contextos de riesgo; Causas del delito; Características de los procesos de victimización; Tipos de personalidad y contextos de los delincuentes y/o agresores; Consecuencias compatibles de la violencia intrafamiliar en los niños y niñas, entre otros.

La criminología como central de información en los delitos de violencias contra las niñas, adolescentes y mujeres, formalizar el rol del Criminólogo dentro del control social formal permitiría:

Que la criminología pueda operar como “central de información”, datos de los que se podrían beneficiar los funcionarios de justicia.

Información completa, que pueda ser utilizado como un medio para su ulterior interpretación.

La criminología como objetivo final de la lucha contra la criminalidad accede a:

La facilitación de un núcleo de conocimientos empíricos que posibiliten el control y la prevención de dichos delitos.

Por último, que la figura del criminólogo sea admitida dentro del control social formal permite la recepción de los conocimientos criminológicos en el proceso penal basados el método científico, no es suposiciones y/o inferencias.

Con la intervención de profesionales formados en criminología se obtiene un cuadro completo, información que hasta el momento no se encuentra por ejemplo en los expedientes de femicidios, abusos sexuales de niñas, adolescentes y mujeres; estas investigaciones que suelen carecer de información aportada por el método científico, cae en inferencias con las consecuencias que ello conlleva.

Por último, reflexiono que dialogar de “un” femicidio, es hablar de la vida de una mujer que fue arrebatada de manera violenta y como participe de la administración de justicia me cuestiono ¿estamos haciendo todo lo posible para prevenir los femicidios?

El filósofo N. Butler dijo “Hay tres tipos de personas en el mundo: los que hacen que las cosas ocurran, los que ven cómo ocurren las cosas y los que se preguntan qué ocurrió”.

Este artículo busca promover la reflexión, indagación y diálogo de la prevención de los femicidios, buscando con ello que seamos parte de los que hacen que las cosas ocurran.

Al pie de página dejo un enlace de un video que busca la prevención de la violencia de género y una frase del mismo.

“Querido papá: este es el favor que te quiero pedir, una cosa siempre lleva a la otra, por favor detenlo antes de que pueda ocurrir”.

https://www.you tube.com/watch?v =JDI4Sf jD2P4