JURÍDICO LATAM
Doctrina
Título:La Violencia y el Maltrato Inter especie. Algunos apuntes de actualidad
Autor:Domínguez Edreira, María José
País:
Argentina
Publicación:Revista de Derecho Penal y Procesal Penal de la CABA - Número 14 - Mayo 2020
Fecha:18-05-2020 Cita:IJ-CMXV-654
Índice Voces Citados Relacionados
1. Introducción
2. Desarrollo
3. Conclusión
Notas

La Violencia y el Maltrato Inter especie

Algunos apuntes de actualidad

Por María José Domínguez Edreira [1]

1. Introducción [arriba] [2]

La violencia no es un fenómeno nuevo, pero con el transcurso del tiempo hoy se observa que se vive en una sociedad violenta, a tal punto que, en los propios conflictos, mayoritariamente, se advierte que no hay posibilidad de negociación ni de intercambio de palabras que lleven a un acuerdo, sino que directamente se resuelven de manera violenta.

La violencia se vivencia en forma esporádica o como sistema en forma continua, y como víctima, testigo o bien ejerciéndola a modo de ataque o de defensa; por eso, a continuación, se explicará con brevedad la violencia como fenómeno social, se examinará una clasificación tentativa de violencias, se focalizará su amplificación hacia el maltrato inter especie con motivos, consecuencias y círculo de violencia, y se concluirá con palabras finales.

2. Desarrollo [arriba] 

2.1. La violencia como enfermedad social

Desde la Organización Mundial de la Salud en 2002 se reconoce a la violencia como una «enfermedad social» que ha alcanzado gran magnitud, definiéndola como el uso intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo, hacia otra persona, grupo o comunidad, y que tiene como consecuencia lesiones físicas, daños psicológicos, alteraciones de desarrollo, abandono, e incluso la muerte; e incluye la intencionalidad de producir daño en la comisión de estos actos[3].

Hanna Arendt señala que la violencia se enraíza en lo más profundo y original de nuestra sociedad occidental, esto es, en los principios más antiguos que fundaron nuestro pensamiento[4].

La violencia no es innata ni automática, sino que se aprende, se adquiere a lo largo de la vida. Así se encargó de señalarlo la UNESCO[5], en particular con el «Manifiesto de Sevilla» de mayo de 1986 en Sevilla (España).

En este manifiesto se declara que es científicamente incorrecto:

• afirmar que el ser humano haya heredado de los animales la propensión de hacer la guerra, puesto que es un fenómeno específicamente humano, producto de la cultura;

• pretender que se hereda genéticamente la propensión de hacer la guerra, puesto que la personalidad está determinada también por el entorno social y ecológico, y

• aseverar que la fisiología neurológica obliga a reaccionar violentamente al ser humano, puesto que el comportamiento está modelado por los tipos de acondicionamiento y los modos de socialización.

Por ende, aunque como persona hay rasgos que pueden heredarse genéticamente, y eso puede influir en el carácter, los comportamientos violentos son, desde luego, una evolución condicionada por el entorno social (económico, político y cultural) donde se desarrolla.

Tal como el catedrático de la Universidad de Valencia, Esplugues Sanmartín[6], la define, es el resultado de alteraciones socio-culturales de una conducta innata, la agresividad. Se trata de esa misma agresividad puesta al servicio de un conjunto de ideas y creencias que la tornan intencionalmente dañina.

Se caracteriza a la violencia como el empleo de la fuerza física o psicológica que se ejerce intencionalmente contra una persona, o contra uno mismo, o contra sus pertenencias o seres queridos, ya sea para conseguir un fin determinado forzando la voluntad del/de la sujeto agredido/a, sea en defensa propia o de otro ser, o bien por razones patológicas del/de la agresor/a que goza con el sufrimiento ajeno. Debe tenerse en cuenta que el abuso de alcohol, drogas y enfermedades psiquiátricas también pueden favorecer las actitudes violentas.

Quien ejerce la violencia intenta, mediante su comisión, imponer su voluntad, ejercer su supuesto poder sobre la persona violentada, y de esa forma someterla. Por eso se habla de un «tipo de violencia activa», dada por hechos concretos, acciones determinadas, referido al acto violento en sí; y de un «tipo de violencia pasiva», enfocada en la omisión o bien inacción, que en algunos casos abarca la negligencia.

2.2. Clasificación de violencia

Esta clasificación, desde la mirada de quien escribe, intentará cubrir todas las manifestaciones conocidas dentro del abanico del amplio espectro que abarca el concepto de violencia. Si bien se sabe que la violencia es una sola, que atraviesa y toca a todos los seres, surgen clases de violencia.

Asimismo, se observará que, lamentablemente, la evolución en los distintos aspectos de las relaciones humanas, los medios de comunicación, y la misma perversión humana, hacen que se visibilicen otras clasificaciones posibles de violencia; al mismo tiempo, se tratará cómo es posible involucrar una clasificación dentro de un único accionar violento.

2.2.1. Según el daño causado

Física: dada por la intención, sea por acción u omisión, que pudiere causar una lesión física, con el fin de doblegar a otro ser mediante la fuerza del propio cuerpo o valiéndose del empleo de algún tipo de arma.

Psicológica: se trata de cualquier acción u omisión que cause o pudiere causar un daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica o perturba el desarrollo personal por medio de degradación, control, humillación, amenaza, acoso, hostigamiento, manipulación, aislamiento, etc., a través del uso del lenguaje, sea verbal o gestual.

Violencia sexual: alude a cualquier tipo de comportamiento por el que otra persona es «usada» sin su consentimiento o sin acuerdo previo para obtener estimulación o gratificación sexual unilateral, sea o no con acceso genital, e incluye la violación dentro del matrimonio o cualquier otro tipo de relación vincular o de parentesco, con o sin convivencia.

Violencia económica: consistente en el empleo ilegal o no autorizado expresamente de los recursos económicos, bien sea dinero o propiedades, de otra persona, así como la limitación de esos recursos destinados a satisfacer necesidades o la privación de los medios indispensable para vivir una vida digna. Es frecuente en personas ancianas o en incapaces que reciben prestaciones previsionales o asistenciales según su caso.

Violencia simbólica: se desarrolla a través de patrones estereotipados, mensajes, imágenes, frases, comparaciones acuñadas de antaño, modismos o signos que impliquen ínsitamente dominación, desmedro, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la sumisión, explotación y subordinación de la otra persona dentro de un marco social.

2.2.2. Según el lugar de desarrollo

Doméstica[7]: también llamada «violencia familiar» o «intrafamiliar», lo cual es incorrecto puesto que en algunos hogares no viven sólo familias. Aquí, la violencia se produce en el «domo», la casa, el hogar; el/la sujeto activo/a es uno/a de los/as moradores/as de ese mismo hogar y los/as sujetos pasivos/as son también los/as otros/as moradores/as más indefensos/as de una misma casa, aunque es bien sabido que este tipo de violencia no es fácil que ocurra en público sino que su desarrollo se produce intra muros[8].

Escolar: es la que se desarrolla en el ámbito de un colegio o institución educativa, entre profesores/as y alumnos/as o bien sólo entre alumnos/as, de exposición repetida y constante, por uno o más estudiantes, caracterizada por un desequilibrio de fuerzas real o no pero sentida por la víctima, lo que provoca la dificultad de defenderse; hoy se conoce como acoso escolar o bullying[9].

Laboral[10]: se despliega en dos modalidades; como «acoso sexual», que implica todo comportamiento con connotación sexual no deseado por el/la sujeto pasivo/a en el ámbito laboral, que realiza un/a sujeto activo/a con jerarquía laboral que detenta, ya sea de igual o distinto sexo, que al rechazarse produzca o amenace con producir un perjuicio en su empleo o crear un ambiente de trabajo intimidatorio, hostil o humillante. No requiere continuidad pues un único incidente grave puede constituir acoso sexual[11]. Y como «acoso moral» o mobbing abarca toda conducta abusiva por parte del/de la empleador/a que con carácter reiterado o sistemático atenta contra la integridad física o psicológica de un/a empleado/a, y pone en peligro la consecución de su empleo o empeora el ambiente.

Territorial: se efectúa por medio de los conflictos armados con una total escala de daños posibles inimaginables, en que no se distingue entre militares y civiles (mujeres, niños, ancianos o animales no humanos) y acapara más de un motivo (expansión, económico, exterminio de etnias, religión, etc.).

Callejera: no ocurre dentro de ninguna institución, ámbito cerrado o marco cultural; aquí el/la sujeto activo/a es quien típicamente delinque en forma organizada (mafias, organizaciones de tráfico) o sui géneris o conjunto de individuos con una estructura difusa (bandas juveniles, las «patotas», o en forma individual).

Redes sociales: este tipo de violencia se caracteriza por el contexto y medio en que se produce, el cual es factible de generar graves repercusiones en la salud física y mental, así como alteraciones a nivel social, familiar y académico. Su patrón es recurrente y sostenido en el tiempo.

Hay un desequilibrio de poderes entre las partes, sea real o percibido por la víctima, y el medio empleado son las tecnologías de información y comunicación como facebook, twitter, instagram, mails, etc. Sus consecuencias son inimaginables, pues basta con una simple mención o comentario lesivo, difusión de audios, imágenes o videos, para que maximice su dimensión ante la «viralización» –actualmente se habla de cyberbullying-.

2.2.3. Según el tipo de agresor/a

Juvenil: es perpetrada por personas que, según cada legislación, son menores de edad; en Argentina son menores de 18 años[12]. Se refiere a acciones u omisiones que conllevan un quebrantamiento de la ley; es lo que se conoce como «delincuencia juvenil».

Terrorista: se trata de la dominación por medio del terror; aquí, la intimidación es la clave. Es básicamente el intento de amedrentar por medio de la destrucción y asesinato del mayor número de personas que sea posible; éste es su objetivo inmediato, pero no así su objetivo final, que puede variar.

Cultural: se trata de la violencia que impregna algunas tradiciones culturales. Cumple la función de legitimar la violencia directa y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren.

Psicópata: acá el punto de referencia lo constituye la existencia de alguna de las formas de psicopatía, entendida como un trastorno de personalidad y no como enfermedad; de ahí su punibilidad. Es básicamente la incapacidad de quien la padece de sentir o manifestar simpatía o empatía de algún tipo para con el/la prójimo/a, por la cual se lo/la utiliza y manipula en beneficio del propio interés; puede entender qué es la empatía, pero no sentirá, pues cae en el ámbito de las emociones y no en el de las cogniciones.

Distintos estudios sobre el tema muestran el grado de relación que puede existir entre estos trastornos y la conducta criminal[13], del modo en que debajo se verá.

Estudio Mc Donald: desarrolla la Tríada Homicida o Conjunto Mc Donald de 1963, y sostiene que a pesar de no poder diagnosticarse la psicopatía en la niñez hay tres rasgos característicos de la personalidad en este tipo de conducta que, de presentarse en esta etapa de crecimiento, y en forma reiterativa, están asociados a la psicopatía y darían lugar en su evolución a una persona adulta con trastorno de este tipo de personalidad; se trata de enuresis, piromanía, y maltrato animal (zoo sadismo).

Programa del FBI[14] ViCAP[15]: se lo conoce comúnmente como el Programa de Detección de Crímenes Violentos. Fue perfeccionado en 1985 por el agente Robert Ressler[16], quien inicia un estudio en profundidad y analiza perfiles psicológicos de criminales seriales. Se concluyó que en hogares disfuncionales el predominio de los malos tratos físicos y emocionales, sea presenciándolos o padeciéndolos, son generadores de violencia; es decir, que esa violencia es trasladada al exterior de esos hogares al vivírsela como algo común o general a todas las relaciones sociales.

Se deja a salvo que no todas las personas psicópatas son asesinas seriales, pero sí violentas (pues emplean siempre, como mínimo, violencia psicológica), y que no todas las personas asesinas seriales o violentas son psicópatas; pero estas criminalidades, sin excepción, son autoras de violencia hacia animales. Ressler sostuvo que quienes torturan animales son, en numerosos casos, autores de otras violencias hacia las personas, sea pegar a sus hijos, a su mujer, pelearse sin motivo alguno.

Estudio de Coston y Protz: en el año 1998 sostuvieron, en base a su Teoría de la Transmisión Hereditaria Intergeneracional, que el origen de los actos agresivos se da por ausencia de empatía, que inicia en quien detenta la autoridad dentro de un hábitat determinado, y sigue eslabones de la cadena hacia el más débil (de padre a hijo).

2.2.4. Según la víctima

Género[17]: se entiende a toda acción u omisión intencional que daña, lesiona o puede dañar o lesionar a otra persona por considerar que se ha separado del papel o función que tradicionalmente le corresponde.

En el artículo 4° de la Ley nacional N° 26.485 se define este tipo de violencia como toda conducta, acción u omisión que, de manera directa o indirecta, sea en forma pública o privada, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica y su seguridad personal, en base a una relación desigual de poder; se entiende por violencia indirecta a toda conducta discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón.

Infantil: es la que se ejercita contra niños y niñas, y se perpetra contra su integridad física o psíquica.

Contra personas mayores: se define como cualquier acción intencional que daña o pueda dañar a una persona mayor de 64 años de edad, o bien cualquier negligencia que la prive de la atención necesaria para su bienestar.

Contra personas con discapacidades: lamentablemente es muy común que, a las personas con discapacidad, sea con cualquier tipo o grado de discapacidad, se les maltrate de forma física o emocional simplemente porque no cumplieron con esos parámetros o estándares corporales, de inteligencia, de interacción social, de habilidad, etc.

Contra las minorías: Capotorti[18]definió como minorías al grupo numéricamente inferior al resto de la población de un Estado, que se encuentra en una posición no dominante y cuyos miembros, que son nacionales del Estado, poseen características étnicas, religiosas o lingüísticas diferentes de las del resto de los/as miembros de ese mismo Estado, y manifiestan aunque sólo sea implícitamente un sentimiento de solidaridad para preservar su cultura, sus tradiciones, su religión o su idioma[19].

Es así que a diario se ven que conceptos como racismo, extrema derecha, fascismo, neofascismo, xenofobia, o radicalismo, son términos que dominan el campo de las discusiones en torno de la violencia contra las minorías.

Contra animales no humanos[20]: este tipo de violencia el psicólogo Andrés Asturias refiere que podría derivarse del origen inconsciente de impulsos agresivos hacia alguien o algo, en los que se toma como objeto sustituto al animal no humano[21]; particularmente, refiere que son más propensos a estos comportamientos quienes sufrieron abusos, negligencia o maltrato familiar.

Así, hay tipos de maltrato hacia ANH, violencia que no se circunscribe solamente a animales de compañía pues también se observa en los zoológicos, en los espectáculos públicos (circos, acuarios, exposiciones, etc.), en la tauromaquia o corridas de toros, en maltrato a caballos (jineteadas, domas, carreras, carros, carruajes), en experimentación con ANH, en riñas de gallos, en peleas de perros, en carreras de perros, chanchos y burros, en caza o pesca, en animales no humanos criados para consumo humano, en transporte de ANH, en conflictos bélicos, en servicios.

También hay señales de maltrato en animales de compañía: como no brindarle alimento o agua, castigos múltiples, estado general malo como por ejemplo pelaje sucio, con nudos, quemaduras, lesiones internas, fracturas antiguas, comportamiento inadecuado como por ejemplo mostrar temor injustificado, timidez excesiva, agresividad sin motivo al mero contacto, esconderse, ladrar a determinado tipo de personas, gritos excesivos, restricción de movimiento al atarlos o hacinarlos, no resguardarlos de la intemperie, sobrecargarlos, explotarlos o no facilitarles atención veterinaria[22].

Las razones por las que se maltrata a un animal de compañía las detallaron los licenciados Kellert y Felthous[23] de la siguiente manera:

- control: el animal de compañía es golpeado para que no manifieste comportamientos indeseados como ladrar, saltar y jugar;

- castigo: propinarle un castigo extremo para que no vuelva a repetir un hábito que molesta, como por ejemplo ensuciar o vomitar en lugares que le son prohibidos;

- ausencia de respeto: está ligado a prejuicios culturales. Es cuando una persona cree que puede maltratar a un ANH o lo puede descuidar ya que su condición de inferioridad no lo hace merecedor de consideración:

- instrumentalización: utilizar a los animales de compañía para teatralizar la violencia, como por ejemplo el caso de los combates de perros
- Amplificación: el animal de compañía es utilizado para impresionar, amenazar o herir a una persona;

- La violencia como escarmiento o como ejemplo: es maltratar a un ANH ante un grupo con el fin de que sus miembros se conviertan en testigos de una forma de superioridad de quien maltrata;

- diversión: mero ánimo de perversión en su máximo punto al maltratar o torturar por distracción;

- venganza: se agrede a un ANH para vengarse de su propietario/a, y

- el desplazamiento: el ANH es maltratado porque la persona no tiene la posibilidad o la capacidad de maltratar a quienes le provocaron una frustración o una decepción. El maltrato directo no puede hacerlo porque les teme o le son inalcanzables, y por eso se enfoca en el animal de compañía.

Se detectan las siguientes secuelas para el animal de compañía.

Cuando sufrieron maltrato o crueldad pueden experimentar un cambio de comportamiento, por lo cual en algunos casos es necesaria la ayuda de terapia de la conducta para su rehabilitación a fin de que sea sociable.

Los animales de compañía que han pasado por maltrato son desconfiados hacia las personas y otros animales de compañía, pueden presentar síntomas depresivos como tristeza, miedo e inactividad, repetir de forma compulsiva comportamientos como ladrar a toda hora, e incluso desarrollar mucha agresividad.

Entre las secuelas físicas que se han observado están las fracturas en miembros torácicos y pélvicos, cadera y columna, quemaduras en piel, llagas, cicatrices, despellejarlos, mutilaciones de extremidades, orejas, cola u ojos, por mencionar algunos ejemplos.

En todos los casos su recuperación lleva tiempo, paciencia y demostraciones de cariño para que vuelvan a confiar.

2.3. Maltrato inter especie

Como a determinados ANH[24], que se llama animales de compañía, con el transcurso del tiempo se domesticó y permanecen al lado de las personas, frecuentemente se los considera parte de la familia o integrantes del hogar, y se les asigna ese rol por su adaptabilidad y comportamiento.

Esto genera una connotación positiva, que es la de ocuparse y preocuparse aún más por su bienestar, tomar conciencia de sus necesidades y cubrirlas como es debido. Y conduce a conocer más sobre ellos e involucrarse con aquellos que se encuentren en situación más vulnerable, como los que viven en la calle o son abandonados.

Pero no puede dejarse de lado la connotación negativa, esto es, vivir en una sociedad cargada de violencia como un fenómeno social cada vez más naturalizado, que se palpa diariamente en los hogares y, por tanto, que obliga a incluir a los ANH para encarar el tema desde una perspectiva amplia como parte de la misma.

Bajo esta luz, toda vez que la persona que desarrolla su violencia dentro del hogar (violencia doméstica) no tiene límites, ni en cuanto a quien elige (mujer, niños y niñas, anciano, animal de compañía) ni en cuanto a los medios empleados, se explicará la «violencia inter especie».

En tal sentido, uno de los primeros estudios que correlaciona el maltrato a ANH con el maltrato a personas data del año 1963, y es el que con precedencia se comentó de la Tríada Homicida o Conjunto Mc Donald.

Otro estudio de relevancia es el de Dompet sobre la violencia de género y su relación con el maltrato animal, que elaboró Núria Querol Viñas[25], quien a partir de un exhaustivo análisis plasmado en porcentajes de relevancia en base a encuestas efectuadas en refugios de animales en España, Colombia, Chile, Argentina, México, Perú, Uruguay y Venezuela, concluyó que:

a) aproximadamente el 40 % de los refugios encuestados informó que entre el 25 % y el 50 % de los animales acogidos habían sufrido maltrato;

b) alrededor del 80 % de los refugios reconocieron la existencia de un vínculo entre maltrato animal y violencia intrafamiliar;

c) estimativamente el 7 % de los refugios cuenta con un acuerdo con refugios para mujeres;

d) el 67,1 % de los refugios denuncia a la policía casos de maltrato animal detectados;

e) las mayores causas para no denunciar el maltrato animal a la policía son la falta de confianza en la justicia y en la policía, así como la falta de pruebas y el riesgo de poner en peligro al animal;

f) más del 60 % de centros de acogida para mujeres permiten visitar a los animales que han debido dejar en alojamientos temporales, y

g) el 93,8 % de los refugios consideran beneficiosas las terapias con ANH para las víctimas de violencia doméstica.

Adicionalmente, el proyecto cuenta con estudios previos que arrojan los siguientes datos:

a. el 71 % de las mujeres que ingresan en refugios informaron que su agresor había herido, mutilado o amenazado con dañar al ANH para controlar psicológicamente a las víctimas;

b. el 32 % de las mujeres que ingresan en esos sitios informaron que sus hijos/as habían herido o matado ANH, y

c. el 68 % de las mujeres maltratadas informó la existencia de violencia hacia los ANH: el 87 % de estos incidentes se produjo en presencia de las mujeres, y el 75 % en presencia de niños/as, para controlarlos psicológicamente.

Por lo tanto, los resultados del proyecto Dompet son consistentes con los hallazgos de estudios anteriores, constatándose que maltratar a los ANH es una señal de advertencia de que otros miembros de la familia pueden estar en riesgo.

La crueldad puede ser una respuesta emocional de indiferencia o la obtención de placer en el sufrimiento o dolor de otros. Tal acción que innecesariamente causa un sufrimiento se considera un disturbio psicológico. La crueldad de los/as niños/as, que incluye a los ANH, es un signo clínico relacionado a desórdenes antisociales y de conducta, y en ese preciso momento hay que manifestarle el disvalor de su proceder, pues el maltrato a ANH constituye un acto reprochable en sí mismo, sin necesidad de que se transmita a las personas para que sea condenable.

Es decir, que es necesario que se le indique o se eduque para que comprenda que esa conducta está mal, que carece de moralidad; debe inculcárseles la empatía necesaria hacia un ser que sufre. Es importante que padres y madres transmitan valores como respeto, amor y límites, pues cuando se pasan por alto estos comportamientos crueles hacia los ANH la sociedad puede minimizar otros tipos de violencia y psicopatía en las personas adultas.

La violencia inter especie es desarrollada en el ámbito del hogar bajo una escala de jerarquía por la persona que detenta la función de jefe de familia, quien tiene el poder en esa esfera; en general, por mandato social y razón histórica es el varón, con independencia de que trabaje o no y de que sus ingresos sean mayores o no al resto de los ingresos dinerarios de los/as miembros del mismo hogar.

Sobre esa preeminencia jerárquica, la violencia se direcciona hacia las personas más débiles de la escala familiar, que no sólo incluirá a la pareja sino a niños y niñas, ancianas y animales de compañía; suele dividirse según el enfoque desde el que se lo observe, de esta forma:

a) maltrato extra muros, es decir, el que es detectable pues se encuentra a la vista de la sociedad (vecinos/as) y particularmente recae sobre animales de compañía; es disfrazado de castigo o educación, tolerado y soportado, pues es minimizado dentro de la sociedad, que se mantiene al margen y apática ante estos actos crueles. En realidad, no deja de ser violencia contra los ANH y, por ende, es repudiable en sí mismo, es un acto de piedad humana asistir al más débil e indefenso, ser responsables de su bienestar, de manera tal que actos contra ellos son condenables socialmente. Es necesario involucrarse y frenar estos actos de crueldad por medio de la denuncia correspondiente, y

b) maltrato intra muros, aquí la violencia recae directa (hechos concretos) o indirectamente (amenazas) sobre el resto de los/as moradores/as del mismo hogar, que están por debajo de la escala de jerarquía arriba referida. Esta violencia se desarrolla dentro de los muros de ese hogar, de forma tal que no puede detectarse a simple vista; en general, trata de ocultarse, hasta disimularse (maquillaje, excusas burdas) o negarse por parte de las mismas víctimas. Al sujeto activo no le conviene que se sepa socialmente, pues se está frente a un tipo de violencia ampliamente condenable en lo social y penada con prisión efectiva en casos graves.

2.3.1. Círculo de violencia

En este punto puede afirmarse que la crueldad hacia los animales de compañía y la violencia hacia humanos tiene una relación directa; así, da lugar al denominado «círculo de violencia», que posee las siguientes características.

a) Cíclico: debe considerarse que nunca se trata de un acto único y aislado, sino que dentro de esa misma dinámica se observan actos continuos, discontinuos, detonados por hechos en particular (por ejemplo: alcoholismo, drogadicción), o sin ningún factor que lo provoque, de aumento gradual o de estallidos repentinos, y siempre son recurrentes, pues nunca se detendrá.

b) De difícil interrupción: precisamente porque no es fácil de detectar y porque cuenta con la impunidad que le da controlar a sus víctimas, quienes sienten vergüenza ante la sociedad y temor de que toda la violencia sea aún peor o contra otros/as miembros; es difícil de cortar.

c) Bajo escala de jerarquía: la persona que detenta esa autoridad, la que necesita demostrar que tiene el control sobre el resto de los/as miembros, es la que ejerce el poder hacia el resto más débil, quienes deben obedecerle en razón de la supuesta superioridad de su rango.

d) Detectable extra muros: a priori se puede constatar en el maltrato a los animales de compañía y hasta en los/as niños/as con el justificativo de imponer disciplina y educación. Tristemente aún hoy se ven personas que entienden que se educa sólo con el rigor de maltrato físico y psicológico, no sólo por quienes lo infligen sino también por quienes lo presencian sin objetar nada.

e) Desarrollado intra muros: es donde se desata con mayor furia, sin miramientos, y con la impunidad de contar con el silencio de sus propias víctimas.

f) Sin límites: la violencia no se detiene, sino que por el contrario crece, aumenta, puede iniciar con abusos verbales, y continuar con amenazas, objetos arrojados, golpes a objetos y llegar a la violencia física, la cual puede desencadenar en la muerte.

En el mismo estudio Dompet se evidencia que un alto porcentaje (5 %) sobre las mujeres maltratadas concluyó que su compañero, pareja o marido le pegaban o maltrataban a sus animales de compañía. Mientras que una mujer de cada cuatro declaró que se quedaba con su compañero, pareja o marido por miedo a dejar sus animales de compañía con ese agresor.

Lamentablemente, esa experiencia muestra casos en los cuales la única forma de que la mujer abandone esa situación es si se le garantiza que su animal de compañía estará con ella en el refugio, lo que dadas las características actuales en Argentina no es posible porque no se cuenta, como en algunos países de Europa y en Estados Unidos, con refugios de acogida inter especie.

Otros casos aún más graves demuestran que cuando se apartó a la mujer de ese hogar violento y se dejó a su animal de compañía a merced de la persona violenta el resultado de la amenaza de muerte al animal devino en un regreso de la mujer junto a su agresor, y ella murió a los pocos días. Así, es notorio cómo, la víctima, desarrolla un vínculo indisoluble con su animal de compañía, ambos se aferran mutuamente en medio de la desesperación por sobrevivir al maltrato infligido.

Ahora bien, otra faceta de este tipo de violencia inter especie se la detecta en niños y niñas, en que los abusos domésticos se dirigen hacia la persona más débil y el abuso de animales y de niños y niñas está íntimamente vinculado.

Puede ocurrir que el jefe de familia no sea siempre quien maltrata en forma directa a los animales de compañía, sino que sean los/as mismos/as niños/as quienes reproducen lo que vieron en casa, esto es, esa conducta violenta en la que quien sea más fuerte libera su violencia y su frustración sobre quien es más débil. O bien cabe la perversa posibilidad que sea una orden de ese jefe de familia para probar su autoridad y, al mismo tiempo, infundir miedo y castigo.

Asimismo, se manifestaron otros casos en los cuales es la mujer la que maltrata al animal de compañía, a modo de castigo y de ejemplo para quien le sigue en la escala de jerarquía antes mencionada; de igual modo, ese mismo castigo puede recaer sobre el niño y la niña, y no menos probable es que el castigo que inflija la mujer al animal de compañía sea al mismo tiempo para evitar un castigo mayor a su propio/a hijo/a o a ella misma, todo en base al castigo-ejemplo.

Por eso, hay que prestar importancia cuando los/as niños/as declaran que maltrataron a un ANH o que vieron a sus familias o allegados hacerlo; además, muchos/as niños/as maltratados no hablarán de su propio maltrato, pero tendrán más facilidad en relatar los abusos que presenciaron hacia los ANH.

Según la Licenciada en psicología Mireia Leal Molina son variadas las causas por las que una niña o niño llega al maltrato animal, entre las que se encuentra la falta de empatía por haber sido víctima de abusos, maltratos o abandono, la falta de una educación adecuada dirigida a reconocer al ANH como un ser vivo, aunque diferente, o finalmente la emulación de los gestos violentos cometidos por el padre o madre hacia él/ella o hacia el ANH.

En este orden de ideas, Leal Molina salva que no toda persona que haya maltratado animales de compañía será un continuo maltratador ni tampoco llegará siempre a maltratar humanos. No obstante, casi todas las personas que han sido maltratadores de humanos han tenido episodios de abusos hacia los animales durante su niñez, lo cual lo vuelve un factor de atención para detectar trastornos de conducta que se desarrollarán en la edad adulta[26].

Según la Licenciada en psicología Maricinia Álvarez[27] puede hablarse de víctimas de este tipo de violencia como «víctimas invisibilizadas», pues por patrones culturales que expresan diversas formas de dominación social estas primeras víctimas pasan desapercibidas, es decir, quienes son más vulnerables como mujeres, niños/as, ancianos/as y animales de compañía que forman parte del entorno  familiar, son invisibles para la comunidad.

2.3.2. Motivos

Entre las causas del ejercicio de este tipo de violencia puntualmente se encuentran:

- ostentar autoridad, demostrar poder, fuerza, control sobre el resto de los/as miembros que conforman el hogar;

- lograr el aislamiento de las víctimas para que no obtengan apoyo externo de ninguna especie, de manera tal que no recibirán ayuda para salir de esa situación ni entre ellas mismas; es decir, evitar que entre sí se apoyen o tomen valor para cambiar la situación;

- eliminación de la competencia por atención o celos;

- Castigo por primeros actos de independencia, rebeldía, cuestionamientos, desobediencia;

- a modo de ejemplo, para que los actos contrarios a lo que el agresor solicita o determina no se repitan;

- degradación, sumisión, humillación al sólo efecto de manipular mejor;

- hacerla cómplice de un abuso mayor (puede tratarse de actos de zoo sadismo, zoofilia y/o pedofilia);

- Evitar que las víctimas escapen o, si lo hicieron, obligarlas a que regresen, y

- perpetuar el ciclo de terror, miedo y sumisión.

3. Conclusión [arriba] 

La sociedad debe reconocer y categorizar que la violencia hacia los ANH es como la violencia hacia cualquier otro ser vivo; se debe manifestar en contra y declararla inaceptable.

Con anclaje en los estudios que en este trabajo se citó sobre vínculos existentes entre el maltrato a ANH y el maltrato hacia personas puede concluirse que las relaciones humanas pueden mejorar si se promueve una ética positiva y educativa desde la infancia, con hincapié en la empatía hacia los ANH, que permita a niños y a niñas establecer lazos de amistad y amor para asimilarlos dentro de su escala de valores.

A la par, esta educación humanitaria implica el ejercicio de valores de convivencia a partir del respeto a otras formas de vida, a quienes debe aprehenderse como seres sintientes y conscientes; pero no es sólo impartir o proponer valores sino sembrarlos en la práctica educativa para vivenciarlos en la cotidianidad. Los valores se aprenden fundamentalmente por la vivencia, no por la prédica o el discurso.

Si la violencia es parte de la condición social, también es condición vital hacer todo lo posible para evitarla y suprimirla. De esta manera, las escuelas, padres y madres, las comunidades, y los tribunales, deberán seriamente notar que ocultar la crueldad hacia los ANH como un delito de índole menor es como ignorar una bomba de tiempo.

Para superar ese panorama es necesario incluir en la educación, sea en ámbito familiar y/o escolar, el respeto de todo ser vivo, lo que se obtiene mediante el fomento de la empatía primaria existente en todo ser. Se debe apuntalar que la crueldad hacia los ANH, desde el punto de vista psicológico y jurídico, se compare con la crueldad hacia las personas y no con daños contra la propiedad; y para eso debe crearse una nueva categoría de persona que escape al status actual de cosas dado por el Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.

En especial, deberá tratase de brindar soluciones a esta problemática por medio de:

a) Educación en el colegio y en el hogar con fomento de la empatía a todos los seres vivos.

b) Promover valores como la compasión, la generosidad y la tolerancia.

c) Instar a los organismos policiales, fiscales, jueces, y a las escuelas, a destapar la seriedad de la crueldad hacia los ANH.

d) Prestar atención a las señales de maltrato en niños y niñas y en ANH; intervenir y denunciar ante las autoridades.

e) No ignorar actos de crueldad hacia los ANH cometidos por niños y niñas, por menores que fuesen; hablarles y explicarles junto a sus padre y madre, y llamar a un/a asistente social.

f) Cuestionar la violencia en televisión, en deportes, en entretenimientos, en imágenes y en estereotipos adquiridos.

g) Desarrollar programas interdisciplinarios que incluyan las organizaciones protectoras de ANH, las de prevención de violencia doméstica, las de protección de niños y de niñas, y otras similares.

h) Apoyar las reformas de legislaciones que protejan integralmente a los ANH con creación de figuras penales gravosas.

i) Colaborar con refugios, veterinarias, residencias de ANH, etc., para desarrollar programas de alojamiento de emergencia de ANH y otorgar refugio inter especie.

j) Desplegar programas de encuestas que incluyan preguntas sobre maltrato de animales de compañía

k) Fomentar el cambio en uso de conceptos tales como animales de compañía, ANH, y cuidador/a responsable; y elaborar programas a ese fin, y

l) Replantear la labor de veterinarios/as a través de la inclusión normativa de la obligación legal de denunciar el maltrato de sus pacientes.

Por consiguiente, es imperioso generar un esfuerzo integrado de padres, de madres, de profesores/as, de trabajadores/as sociales, de veterinarios/as, de pediatras, de asociaciones de protección animal, y de psicólogos/as, para prevenir el maltrato a los ANH.

Notas [arriba] 

 

 

[1] Abogada (UBA). Docente en materia Derecho Animal (UBA). Docente en Actualización de Derecho Animal (UP). Coordinadora Seminario Investigación Derecho Animal (UBA).
[2] Es imprescindible aclarar que las ideas base de este artículo fueron previamente volcadas en una publicación de la autora en González Silvano, María de las Victorias, Manual de Derecho Animal. Colección Doctrina, Editorial JusBaires, CABA, 2019, páginas 185 a 231.
[3] Revisar el Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud de la Organización Mundial de la Salud de 2002 de Washington DC.
[4] Cfr. Arendt, Hannah, Sobre la violencia, Alianza Editorial, Madrid, 2005, passim.
[5] Abreviatura que alude a Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
[6] Cfr. Esplugues Sanmartín, José, La violencia y sus claves, 5ª edición actualizada, Ariel, Barcelona, 2006, passim.
[7] Para profundizar el concepto recurrir a Morel Quirno, Matías Nicolás, «Hacia un concepto jurídico de violencia de género que abraza la identidad de género», en Morel Quirno, Matías Nicolás (director), Revista de Derecho Penal y Procesal Penal de la CABA – Número 11 –, CABA, IJ EDITORES ARGENTINA, 24/04/2019, Cita IJ-DCCXXXIX-953, passim.
[8] Sobre el particular cotejar la ley nacional 24417 de “Protección contra la violencia familiar”.
[9] Ver la ley nacional 26892 de “Promoción de la convivencia y abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas”.
[10] Ver ley nacional 20744 de “Contrato de Trabajo”, artículos 62, 63, 65, 78, 81 y 246.
[11] Cfr. Morel Quirno, Matías Nicolás, «El acoso sexual en espacios públicos o privados de acceso público como figura contravencional autónoma en la CABA. Su imprecisión lingüística normativa e incidencia en el principio de legalidad sustancial», en Morel Quirno, Matías Nicolás (director), Revista de Derecho Penal y Procesal Penal de la CABA – Número 13 –, CABA, IJ EDITORES ARGENTINA, 19/12/2019, Cita IJ-CMIX-25, passim.
[12] En lo sucesivo se lo apuntará como niños y niñas.
[13] Cotejar en el sitio del Centro de Formación Estudio Criminal www.estudiocriminal.eu.
[14] Abreviatura de Federal Bureau of Investigation, que representa la Agencia Federal de Investigación Criminal del Departamento de Justicia de Estados Unidos de Norteamérica (en adelante se abreviará como EEUU).
[15] Abreviatura de Violent Criminal Apprehension Program.
[16] Robert Kenneth Ressler nació el 15/02/1937 en Chicago (EEUU) y falleció el 05/05/2013; fue criminólogo, perfilador de asesinos y escritor. Estuvo alistado 10 años en el ejército de EEUU y luego trabajó por 20 años en el FBI, organismo en que fue profesor de la Escuela de Criminología. Allí se especializó en identificación y captura de asesinos, y se apoyó en su habilidad para trazar perfiles psicológicos, cualidad por la que tuvo un destacado papel en el desarrollo de la Unidad de Ciencias de la Conducta del FBI. Fue quien primero acuñó el término asesino en serie, y para construir las teorías que le ayudaron a moldear los perfiles de sospechosos/as entrevistó durante años a múltiples asesinos/as. En consecuencia, formuló una clasificación de asesinos/as en serie que dividía en asesinos/as en serie organizados/as, esto es, quienes muestran una secuencia y lógica en sus actos, pues sus asesinatos son previstos y planificados, y su nivel de inteligencia es normal o superior; y asesinos en serie no organizados, es decir, personas que no muestran una lógica en sus actos, ya que presentan problemas psiquiátricos como puede ser esquizofrenia o psicosis, sus reacciones son simultáneas, impulsivas, no planificadas ni previstas, y sus crímenes se caracterizan por la atrocidad con la que se realizan.
[17] Para una mejor comprensión leer Morel Quirno, Matías Nicolás, «Hacia un concepto jurídico de violencia de género…op. citada, passim.
[18] Fue Relator Especial de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la Organización de las Naciones Unidas.
[19] Cfr. Capotorti, Francesco, Study of the Rights of Persons Belonging to Ethnic, Religious and Linguistic Minorities, 1977, Naciones Unidas, Washington, 1991, E.91.XIV.2, passim.
[20] Sobre el alcance de este concepto es interesante leer González Silvano, María de las Victorias, Manual de Derecho Animal. Colección Doctrina, Editorial JusBaires, CABA, 2019, passim.
[21] En adelante se abreviará como ANH.
[22] Ver el Grupo para el Estudio de la Violencia hacia Humanos y Animales en www.gevh a.com.
[23] Cfr. Kellert, Stephen R., y Felthous, Alan, «Childhood cruelty toward animals among criminals and non-criminals», en AAVV, Human Relations, volumen 38, SAGE y The Tavistock Institute, Londres, 01/12/1985, páginas 1113 a 1129.
[24] La definición del concepto escapa a las páginas de este trabajo, pero una aproximación puede leerse en https://www.elsaltod iario.com/el-ru mor-de-las- multitud es/el-trato -a-los-animal es-no-h umanos-un a-consider acion-mor al, y asimismo en https://masalladel aespecie.wo rdpress.co m/tag/anima les-no-hum anos/, entre otros tantos sitios y obras.
[25] Cfr. Querol Viñas, Núria, «Ética Animal. Violencia hacia animales por menores …¿cosa de niños?», en AAVV, Revista de Bioética y Derecho Número 13, Universidad de Barcelona, Barcelona (España), abril de 2008, páginas 12 a 28.
[26] Ver al respecto lineamientos de la Licenciada Mireia Leal Molina en https://www.lava nguardia .com/natur al/2016042 9/4014490 53985/pe rfil-psicol ogico-maltrata dor.html.
[27] Cfr. Álvarez, Maricinia, «¿Se relaciona la crueldad infantil hacia los animales con la violencia social? ¿Puede la educación prevenir este proceso?», en AAVV, Revista Ciencias de la Educación, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Carabobo, Carabobo (Venezuela), volumen 27 número 47, enero-junio de 2016, passim.