JURÍDICO LATAM
Doctrina
Título:Familias ensambladas: retos y desafíos en la terapia
Autor:Zevallos, Roxana
País:
Perú
Publicación:Revista Interdisciplinaria de Familia - Número 5 - Marzo 2016
Fecha:03-03-2016 Cita:IJ-XCVI-120
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Sumarios

La familia nuclear tradicional es hoy una de las varias posibles formas de vivir en familia, y no es más la única viable. Hoy convivimos con distintas organizaciones familiares, una de ellas, las familias ensambladas. Son familias que están precedidas por una separación, divorcio o viudez de uno o ambos miembros de la pareja y se originan a partir del segundo matrimonio o unión de hecho. Hablar de familias ensambladas, es hablar de la realidad de un importante grupo de personas que hoy afrontan el desafío de no convertirse en un número más de la estadística de familias que no logran sobrevivir a los segundos matrimonios.
En este artículo queremos enfocarnos en las dificultades por las que pasan estas familias, y por las que nos consultan, así como, los retos y desafíos en la terapia. Las estadísticas coinciden en señalar que hay un porcentaje mayor de fracasos en los segundos matrimonios que en los primeros. Si a esto le sumamos, la falta de información acerca de los roles y pautas de conducta para los miembros de estas familias, el desafío es grande para ellos y para los terapeutas que participamos en sus vidas cuando nos consultan, esperando encontrar, en la terapia, la salida a los complejos problemas que les toca afrontar.


The traditional nuclear family is now one of the different ways of living in family, and it is no longer the only option. Today we see different family structures, one of them the stepfamilies. These are families that went through a separation, divorce or the death of one or both members of the couple and start after a second marriage or living together. When we talk about step families, we have to talk about the reality of an important group of people that now face a challenge to survive a second marriage.
In this article, we would like to focus on the difficulties that these families have to go through and the reason why they approach us, and also the challenges in therapy.The stats show that there is a higher percentage of failure in second marriages than in first marriages. Also, there is some missing information regarding the roles and patterns of behavior for the members of these families; there is a great challenge for the families and for the therapist that participate in their lives when these families approach us hoping to find in the therapy the solution to the complex problems that they have to face.


Palabras Claves: Familias ensambladas – terapia – dificultades – roles – desafíos.    stepfamilies – therapy – difficulties – roles – challenges


El Contexto
La Clínica
Reflexiones finales
Referencias Bibliográficas

Familias ensambladas: Retos y desafíos en la terapia

Roxana Zevallos*

El Contexto [arriba] 

Estamos asistiendo a un cambio en los modelos familiares prevalecientes. La familia “nuclear”, “intacta”, es uno de los modelos y cada vez existe en menor cantidad; sin embargo, en la sociedad aún se la idealiza, y en este contexto el divorcio y las familias resultantes se convierten en imperfectas y desafortunadas (Alvarez, 2007).

Esta significación simbólica e ideológica de la familia, más allá de los aspectos institucionales y las prácticas de la vida familiar, existe como valores sociales e ideologías expresados en las imágenes de la familia “normal” o incluso “natural”. Al naturalizar a un cierto tipo de familia, otros tipos son estigmatizados, y quienes promueven mayores posibilidades de elección en cuanto a patrones de convivencia –incluida la orientación sexual– pueden ser vistos como anormales o subversivos (Jelin, 2007).

Las familias con las que trabajamos fueron atendidas en nuestra Institución: Instituto Familiar Sistémico de Lima (IFASIL), que está próxima a cumplir 25 años de labor ininterrumpida, en la atención a familias y parejas,  ubicada en la ciudad de Lima,  distrito de San Isidro. Las personas que nos consultan provienen de distintas zonas de Lima e incluso de otras provincias del Perú, como así también extranjeros radicados en el país. IFASIL, aunque es una institución privada, tiene un servicio social, por lo tanto recibimos personas de diferentes estratos socio-económicos: medio, bajo y alto (INEI, 2007). Concentrándose el mayor número de consultantes en el estrato medio.

La Clínica [arriba] 

Hace algunos años recibimos en la consulta a una pareja que venía con la siguiente preocupación: Camila, la hija de ambos, de 5 años de edad, estaba presentando algunas dificultades en el colegio y la profesora sugirió terapia. La madre, Paula, de 30 años de edad estaba casada con Juan, de 48 años, hacia cinco años. Ella estaba embarazada de Camila cuando se casaron, pero Camila era hija de Pedro, de 27 años de edad, soltero. Juan, a su vez, había estado casado con Martha y tenían 3 hijos de 18, 16 y 13 años respectivamente.

Cuando Juan y Paula se casaron, decidieron que Camila sería la hija de ambos, y Paula trató de dificultarle a Pedro las visitas y la relación con la niña. En este contexto, Camila crece llamando “papito” a Juan y a Pedro por su nombre. En el colegio notaron que Camila estaba confundida y que rechazaba a Pedro, quién en todo momento trataba de estar cerca de su hija. Para cuando consultan, Juan está trabajando en otro país y Paula se encuentra sola con los dos hijos, pues para ese momento ya tenía un niño con Juan, (Juan Diego de 2 años). Hicimos terapia con Pedro y Camila, prestando atención a la relación entre ambos, que para la niña era confusa y ambivalente. Luego trabajamos con Paula y Pedro por el tema de los acuerdos parentales y los mensajes a la niña. Juan solía llamar para cuestionar que se incluya a su esposa en las sesiones.

Una de las dificultades que se nos han presentado con estas familias es la “fantasía de la familia intacta”, vale decir, el deseo de replicar el modelo familiar nuclear. El sufrimiento que esto conlleva es para todos los miembros de la familia, de una u otra manera. A Paula le preocupaba que su hijo Juan Diego se confundiera porque su hermana se iba con otro señor, o recibía regalos de un padre y unos tíos que no eran suyos; y que Camila tuviera que pasar tiempo del fin de semana con otra familia, lejos de ellos. En el afán de “proteger” a sus hijos se creó una situación que trajo más daño que bien.

Con las familias ensambladas es importante, al iniciar la terapia, evaluar si existe una ideología de familia nuclear a pesar de no tener ninguna posibilidad de serlo, con el propósito de invitar a metas realistas (Bernales, 2003). Abrir la conversación terapéutica en este sentido no es tarea fácil, sobre todo, como en este caso, las expectativas iban en la dirección contraria. Sin embargo, logramos que todos participaran y que ambos padres pudieran hacer acuerdos en beneficio de la niña y que no fuera necesario para la madre excluir al padre de su hija, porque ella había formado una nueva familia.

En este caso, Paula se sentía culpable de no haberle dado a su hija Camila una familia con su padre biológico y logró que Juan quisiera a su hija de entrada, entonces albergó la fantasía: “Si ahora todos nos amamos y somos muy unidos, entonces somos una familia nuclear” (Davison, 2004).

El conflicto de lealtades fue un tema que también tuvimos que trabajar en esta familia. Camila estaba dividida entre el afecto que sentía hacia su padrastro y el que tenía hacia su padre. Fue difícil lograr que tuviera el “permiso” para querer a ambos padres libremente, sin preocuparse por cómo cada uno de ellos vivía la conducta de ella como “traición”. 

Otra situación que hemos abordado en terapia, tiene que ver con las familias que se forman a partir de la unión de un hombre separado o divorciado con hijos de la relación anterior y una mujer soltera sin hijos. Muchas veces estas tratan de “desaparecer” a la familia anterior, que el esposo no se relacione más con los hijos, que les deposite dinero en el banco pero que no tenga que verlos. Ideas como estas han sido puestas en práctica algunas veces, con el consiguiente efecto negativo para los hijos y finalmente para la nueva pareja, en tanto conductas de este tipo dificultan aún más la relación con los hijos del esposo, quien, muchas veces, atrapado en esta situación toma decisiones que no resultan beneficiosas para nadie.

Algunos padres, como José de 52 años, otro consultante, esperan casi hasta el final para hablarles a sus hijos de que van a volver a casarse, por temor a la reacción de ellos. José había estado casado con Julia de 42 años y tenían dos hijos: Mauricio de 13 años y Gustavo de 8. A la consulta viene José con su segunda esposa, Teresa de 32 años, con quien tuvo una bebé, que al momento de la consulta, tenía un año. Los hijos de José se quejaban de Teresa, a quien describían como la “bruja”, decían que mientras no estuvo casada con su papá era muy simpática con ellos y viajaron mucho todos juntos, compartiendo tiempo divertido, pero que después del casamiento y posteriormente con el nacimiento de la bebé, las cosas se habían tornado muy difíciles; ella había decidido desarmar la habitación que ellos tenían en la casa del papá pues decía que necesitaba más espacio para su hija, así que la convirtió en el cuarto de juegos de su bebé. Le pedía a su esposo que en los viajes y paseos no estuvieran los hijos de él porque eran muy malcriados y estaban siendo un mal ejemplo para la niña. José le hacía caso y dejó de ver a sus hijos; solo los buscaba cada 15 días, los llevaba a almorzar en la calle y los devolvía a su casa. Los niños estaban teniendo dificultades en el colegio y uno de ellos fue suspendido e incluso tuvieron que cambiarlo de escuela. La mamá, Julia, estaba muy cansada pues ya no contaba con el padre de sus hijos para resolver las dificultades y culpaba a Teresa de estos cambios, con lo cual, ellas tenían una mala relación y ambas se expresaban mal la una de la otra, delante de los niños.

La terapia los incluyó a todos, trabajamos con los padres: José y Julia, para que hicieran acuerdos en beneficio de sus hijos, pusieran reglas que se cumplieran en ambas casas, sobre todo en cuanto a cumplir tareas escolares y que ambos respetaran la decisión cuando  el otro progenitor les impusiera alguna sanción.

Con Teresa y José planteamos el tema de la participación de los hijos de José en la vida de esta nueva familia, considerando que los chicos no convivían con la familia ensamblada; se sentían extraños en la del padre y presentaban dificultades para adaptarse. Además, el hecho de no contar con un lugar propio allí dificultaba aún más su adaptación. Por lo tanto, en esta terapia era importante conseguir algunos cambios: que los hijos de José volvieran a tener su habitación en la casa de su papá y que éste pudiera distribuir el tiempo entre su nueva esposa y sus hijos, además del tiempo que como familia compartirían.

La pareja conyugal se fue deteriorando producto de los continuos pleitos y desencuentros y terminaron por divorciarse. Para Teresa, que recién empezaba a criar un hijo, era muy complejo pasar tiempo con los hijos de José, sobre todo con el mayor que estaba en la adolescencia, y tenía conductas muy desafiantes hacia ella y su padre; además, le resultaba difícil aceptar que José tuviera que conversar con Julia, su exesposa, ella quería que eso no sucediera y peleaba con José cada vez que la madre de sus hijos lo llamaba. La respuesta de él solía ser condescendiente  y dejaba de contestarle el teléfono e incluso se alejaba de sus hijos por períodos prolongados, hasta que lo llamaban del colegio y le planteaban todas las quejas.

Una de las situaciones, que consideramos se hizo irreversible, fue que el padre: José, no se comunicaba mucho con su exesposa: Julia, razón por la cual no le habló de su próximo matrimonio y tampoco lo hizo con sus hijos; cuando ella se enteró su reacción no fue buena, y no solo no ayudó a los niños con sus sentimientos confusos sobre el tema, sino que los volvió sus aliados en su enojo hacia Teresa, la nueva esposa de José, esto, sin duda contribuyó a que sus hijos tampoco tuvieran una buena relación con Teresa, quien llegó a este matrimonio soltera y sin hijos propios. Se casó con una persona que sí los tenía, muchas situaciones las veía desde una óptica diferente. Entre otras cosas, Teresa quería ser lo más importante para él, sin tomar en cuenta que su cónyuge ya tenía una responsabilidad previa.

En este caso de Teresa y José, la relación de pareja no sobrevivió a las tensiones propias de una familia ensamblada. Teresa se dejaba llevar por sus impulsos, y terminaba peleando con los hijos de José como si fueran de la misma edad, su falta de experiencia con niños ocasionó muchas dificultades que afectaron a su relación de pareja. No pudo construir una relación con los hijos de su esposo; José no la pudo ayudar en esto, y más bien esperaba que sus hijos y su nueva esposa se quisieran por arte de magia. No dedicaron tiempo a establecer una relación y acomodarse unos a otros en esta nueva familia en la que había nuevos integrantes y algunas nuevas reglas se hacían necesarias.

Un aspecto importante en el caso de estos chicos es que se desenvuelven en un terreno mucho más complejo que el que sus padres, porque van y vienen entre el viejo y el nuevo sistema familiar (Davison, 2004). Teresa y José no lograron hacer acuerdos acerca de cómo iban a funcionar las cosas en su casa y las diferencias con el hogar de la madre de los hijos, se marcaba con agresiones y cuestionamientos que hicieron que estos se rebelaran y se aliaran con su madre, por lo menos, en esos momentos.

La etapa del ciclo vital de ambos difería al tiempo de casarse, mientras José se encontraba en la etapa de hijos adolescentes, con una carrera labrada, Teresa no tenía hijos y recién estaba en la etapa de comenzar una pareja y una familia.  En lo laboral, recién empezaba a establecerse.

Por otro lado, José no logró construir un tiempo con sus hijos, y siempre que estaba con ellos, también estaba Teresa; los chicos resintieron el no poder tener conversaciones privadas con su padre y Teresa reclamaba su espacio de pareja. Luego, cuando nació la hija de ambos, las cosas empeoraron, pues los planes, incluían a un bebé. La pareja, tampoco supo defender un espacio privado para ellos ya que los  hijos lo invadían siempre que podían.

Considerando que cada uno proviene de hogares diferentes con experiencias distintas acerca de cómo abordar y resolver problemas, si no se conversa sobre las reglas y las expectativas que cada uno trae a la relación, la convivencia será muy difícil. José se sentía culpable y esto impedía que fijara reglas claras para sus hijos y que en muchas ocasiones se tornara incompetente e incluso abdicara de su rol. Su exesposa no lo apoyaba dado que no conversaban sobre sus hijos y porque su divorcio podría considerarse –citando a Ahrons (2005) – un divorcio altamente conflictivo, donde la pelea constante aparecía como la manera de seguir juntos después de la separación. Aun varios años después,  José y Julia se mantenían enganchados en una pelea sin fin, en la que los hijos eran los más perjudicados. La nueva familia ensamblada que formaron José y Teresa, no fue viable, porque el divorcio emocional no se había dado y la relación de padres que debía existir entre José y Julia se tornó imposible, con los consiguientes problemas para los hijos de ambos.

El divorcio suele estar precedido por un matrimonio que tiene problemas que llegan a afectar el desarrollo de la prole así como la calidad de la vida familiar y de la relación padres-hijos. En este caso, el enojo entre los progenitores estallaba en grandes peleas a las que los hijos se veían expuestos y en ocasiones hasta se les pedía tomar partido por uno u otro.

En esta familia no parecía estar claro que el divorcio rompe con el vínculo conyugal, no así con el parental y que los niños necesitan que ambos padres sigan ocupándose de ellos (Herscovici, 2002).

Según Steele y otros autores (1991), en el caso de que cualquiera de estos cambios en el sistema familiar amenace la seguridad de otros miembros de la familia, estos últimos pueden bloquear el desarrollo familiar posterior. Si se obstaculiza el crecimiento familiar, las respuestas que en el pasado fueron adaptativas, se tornan rígidas, impidiendo la elaboración de estrategias de afrontamiento adecuadas a la situación novedosa.

Una constante que encontramos en estas familias ensambladas es que uno de los miembros de la pareja, el que no ha estado casado ni tiene hijos de una unión anterior, se siente no reconocido y sin un lugar claro y definido en esta nueva familia. Como señala Davison (2004), para los solteros, sumarse al grupo en el que hay niños o adolescentes con costumbres preestablecidas, es una tarea ardua que exige paciencia, flexibilidad y hasta un poco de humor. Y para los padres que han estado manejándose solos con sus hijos, la tarea tampoco es sencilla. Por último, en estas familias todos temen un nuevo fracaso y más sufrimiento.

Reflexiones finales [arriba] 

Como señala Bernales (2003), no hay una familia ensamblada que sea igual a otra y la creatividad del terapeuta se pone a prueba, para lograr coconstruir, junto con nuestros consultantes, una identidad propia, posible, de acuerdo a las características y recursos que poseen. No contamos con una historia familiar compartida, y la garantía de que se logre un entendimiento no descansa sobre bases firmes, y mucho menos estables, por lo que se requiere un trabajo cuidadoso y respetuoso de la realidad de cada uno de los miembros de estas familias.

Las familias ensambladas exitosas logran responder a los retos y desafíos que traen consigo la transición entre lo que la cultura familiar tradicional y la cultura de la familia ensamblada (Visher y Visher, 1993).

Muchas de las expectativas que tienen los miembros de estas familias son fantasiosas, producto, de la desinformación y de una serie de mitos existentes. Como señalan Visher y Visher (1993), el saber qué esperar puede ayudar mucho para manejar el tiempo que comprende el proceso de integración. Considerando que es un proceso que suele ser doloroso y difícil, pero no necesariamente, disfuncional.

Coincidimos con Martínez (2007) respecto a cómo los terapeutas que trabajamos con estas familias ensambladas tenemos que revisar y repensar nuestras ideas y creencias respecto al ideal de familia y –algo que resulta complejo – acompañarlos en un proceso que tiene que ser flexible, tolerante y muy creativo, para salir de lo establecido, de los modelos familiares tradicionales y producir junto con nuestros consultantes, alternativas viables de una vida en pareja saludable.

Con las familias ensambladas que hemos trabajado aprendimos que –así como en las  primeras nupcias – el que la pareja sea sólida es lo que posibilita que afronten con éxito las tensiones y crisis de la vida. En las parejas de familias ensambladas esto es determinante, pues tienen que hacer frente a situaciones de mayor complejidad; no solo lo que proviene de la vida en pareja, sino también de personas de fuera de la pareja, como los exesposos (as) y los miembros de la ex familia política. De tal manera que, como dice Eguiluz (2007), las buenas parejas no son aquellas que no tienen problemas sino las que se enfrentan con los problemas de la vida cotidiana y aprenden a superarlos exitosamente.

Finalmente, concluimos con Davison (2004): cada familia es única y diferente en la forma en la que abordan y resuelven sus conflictos y dificultades. Por lo tanto, en la terapia, no hay un solo camino a seguir, solamente, algunas ideas que parecen resultar útiles para estas familias: que las decisiones puedan ser evaluadas con criterios realistas y los miembros de la familia tengan la oportunidad de expresar sus sentimientos sin temor; que la terapia posibilite un espacio para el diálogo abierto y sincero, donde no falte una dosis de humor.

Referencias Bibliográficas [arriba] 

Ahrons, C. (2005), We’re still Family, Nueva York, Perennial Currents. 

Bernales, S. (2003), “Decálogo sobre familias ensambladas” en De familias y terapias. 17, pp. 70-80.

Davison, D. (2004), Familias ensambladas. Mitos y realidades de los tuyos, los míos y los nuestros, Buenos Aires, Ediciones B. Eguiluz, L. (2007), Recursos con que cuentan las parejas satisfechas. Sistemas Familiares, 23 (1), 26-37.

Herscovici, P. (2002), Padres que hacen la diferencia. Sistemas Familiares, 18 (3), 57- 66.

Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) (2007), Perú: Características socio-económicas de los hogares. Disponible en: http:// www.in ei.g ob.pe

Martínez, A. (2007), Familias ensambladas y conflictos de pareja; Un abordaje clínico posible. Sistemas Familiares, 23 (2), 79-90.

Visher, E. y Visher, J. (1993), Dinámica de las familias ensambladas exitosas. Sistemas Familiares, 9 (2), 69-75.

 

 

* Roxana Zevallos, Psicóloga Clínica, Directora Académica del Intituto Familiar Sistémico de Lima (IFASIL). rzeval los@if asil.com



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